Consejos y mejores prácticas

Subestaciones, redes y liderazgo humano: el corazón de una transición energética.

La energía mueve al mundo. Pero más allá de su generación, la verdadera columna vertebral de los sistemas eléctricos es la red de distribución que conecta a las personas, a las industrias y a los territorios.

En este entramado, las subestaciones eléctricas cumplen un rol clave: son nodos estratégicos donde la energía se transforma y regula, para que llegue de forma segura y eficiente a su destino. Son, en otras palabras, puntos de conexión entre los recursos energéticos y las necesidades reales de la sociedad.

En Chile, país con gran potencial en energías renovables y con desafíos estructurales en su red de distribución, el fortalecimiento de la infraestructura eléctrica debe ir de la mano con parámetros claros de sustentabilidad. Esto implica ir más allá de la eficiencia técnica: construir un sistema energético resiliente, inclusivo y profundamente conectado con las personas.

En este proceso, la industria tiene un rol clave. No solo como proveedora de soluciones, sino como articuladora de redes humanas, sociales y territoriales.

INGELAT, empresa chilena con más de 50 años de trayectoria, forma parte activa de esa red. Con experiencia en el diseño y fabricación de soluciones para media y alta tensión, sus productos fortalecen subestaciones eléctricas en todo el país: conectores, componentes y piezas adaptadas a entornos complejos y necesidades específicas.

Pero el compromiso de INGELAT va más allá de lo operativo. La empresa ha comenzado a incorporar criterios de innovación responsable, sostenibilidad y bienestar laboral. Promueve entornos colaborativos, seguros y saludables, fomenta la formación técnica de sus trabajadores y participa activamente en iniciativas de responsabilidad social empresarial.

Este enfoque se alinea con las palabras de Ángela Wilkinson, Secretaria General del World Energy Council, quien visitó Chile recientemente y subrayó:

“Debemos dejar de preguntarnos cómo introducir más tecnología en los sistemas y empezar a preguntarnos cómo incorporar a más personas en la conversación”.

La transición energética no es solo un desafío técnico. Es también un proceso humano, donde el liderazgo debe poner en el centro a las personas. Como también señaló Wilkinson:

“Las soluciones sostenibles no se imponen, se co-crean. Y para eso necesitamos nuevos estilos de liderazgo”.

Con esa visión, INGELAT avanza como parte de una nueva generación de actores industriales: empresas que comprenden que el desarrollo energético sustentable no puede ni debe separarse del desarrollo humano.

Porque cada subestación, cada red y cada conexión eficiente, es también una oportunidad para construir una energía con propósito, resiliente y profundamente conectada con la vida de las personas.

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